lunes, 17 de mayo de 2010

DESNUDEZ DE NOE. CAPITULO III DEL LIBRO ESPIRITU INMUNDO DE LUJURIA EN EL HOMBRE Y LA MUJER

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III

DESNUDEZ DE NOE

     Cuando se embriagan padres, madres, hijos y familiares, se desnudan y no les importa ser visto por los demás, que talvez no han ingerido licor. El espíritu de alcoholismo liga muy bien con el espíritu de lujuria, manifestado en diferentes grados. El hombre poseído del espíritu de alcoholismo, manifiesta a los otros espíritus que ha mantenido reprimido. Por ejemplo el espíritu de homosexualismo, espíritu de lesbianismo, espíritu de desnudez, espíritu de incesto, espíritu de fornicación, espíritu de adulterio, espíritu de exhibicionismo, espíritu de violación, etc.
     “…y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda. Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera. Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vuelto sus rostros, y así no vieron la desnudez de su padre. Y despertó Noé de su embriaguez, y supo lo que había hecho su hijo más joven. Y dijo: Maldito sea Canaán…” (Génesis 9:21-25)
     En aquellos tiempos la desnudez del padre era sagrada, había respeto y obediencia, dice Jehová: Canaán además de verlo desnudo ser burló de Noé y no lo cubrió.
     Puede preguntarse usted en este momento ¿Cuántas veces su hijo o hija la ha visto desnuda o desnudo? ¿Cuántas veces usted vio la desnudez de su hijo o hija ya adolescente? ¿Cuántas veces vio a su padre o madre desnudos? Aún en un hospital o en la misma casa cuando está alguno enfermo, desnudez es desnudez. La desnudez ante Dios no es pecado, pero un ser humano ante otro en cualquier situación no es del agrado de Dios, a menos que sean esposos, es la única manera. ¿Cuántas veces vio desnudo a sus hermanos o a sus hermanas? No importan que sean del mismo sexo, a Jehová no les agrada, es tan celoso nuestro señor, que desde los tiempos de Moisés prohibió las gradas en su altar para no mostrar la desnudez de los genitales.
    “No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él.” (Éxodo 20:26).
     En otras versiones dice: para que no muestres tus genitales. Actualmente existen gradas con todas partes y la mujer es la única que usa vestido en nuestro medio, por eso la mujer debe tener sumo cuidado al subir sitios con escalones. En países de Oriente aún sus hombres usan trajes o vestiduras antiguas.
     Para orar formal o profundamente a Dios debemos estar vestidos, aún en nuestro cuarto, podemos hacer oraciones mientras estamos bañándonos o acostados, o vistiéndonos o en el inodoro. Pero no estar desnudos pudiendo estar vestidos o cubiertos.
     Podemos orar antes, durante y después de la relación sexual para que el enemigo no nos perturbe y sea una relación santa, agradable a Dios. Esta es un arma fuerte en contra del enemigo: el Amor y la Santidad en la relación sexual, más todavía cuando se es víctima de ataques de brujería, de satanismo, de envidias, de hipocresías, de maldiciones, y de toda obra de maldad de las tinieblas.
      Hay matrimonios que pasan bajo el ataque de Satanás, ayunan y oran y se abstienen por largos períodos de la relación sexual y esto es un error, porque el arma más efectiva en estos casos es el Amor manifestado en gran manera en el sexo lleno de pureza y de amor.
     No se debe confundir con lo dicho para la oración que de común acuerdo pueden abstenerse de juntarse. Esto debe de ser en otro tipo de contexto y de común acuerdo, o sea que los dos estén de acuerdo, si uno no está de acuerdo no se debe dar. La relación sexual en amor y santidad no obstaculiza el ayuno, ni la oración, ni las bendiciones de Dios, porque precisamente Dios quiere que el hombre ame a su mujer y que su mujer esté feliz sintiéndose amada y segura. Al darle amor al esposo o a la esposa, se lo estamos dando a Dios. Al quitarle amor al esposo o a la esposa se lo estamos quitando a Dios.
     La esposa santifica al esposo. Dios recibe las gracias que nosotros les damos por un buen esposo o una buena esposa y se agrada de sus hijos.

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