Posted: 15 Sep 2013 05:00 AM PDT
Tomado
de Cubadebate
|
Foto: Roberto Suarez/Juventud Rebelde |
Terminaba
su jornada laboral con dos cervezas. Luego llegaba a casa, y con energía
renovada buscaba cobijo junto a su esposa y su niña recién nacida. De esa forma
pasó el tiempo. Las rondas luego del trabajo comenzaron a hacerse más largas.
Su adicción empezó a hacer mella en su salario, en su familia y en las
comodidades de su hogar. Se respiraba alcohol, se suspiraba miedo, se concebían
gritos y nacían llantos… Un alma yacía tras la única luz que quedaba en la
casa. Antonio, sin recordar cuándo la noche dio paso a la mañana, le preguntó a
su niña: Mimita, ¿por qué duermes con los zapatos puestos? “Papi, tengo miedo
de que cuando vengas borracho nos des ‘papau’ a mamá y a mí. Duermo con los
zapaticos para salir corriendo.” (…)
A pesar
de vivir historias como esta, muchos se escudan en el hecho de que el cubano es
“bebedor por naturaleza” y justifican el consumo de alcohol como parte de
nuestra idiosincrasia.
“El
consumo de alcohol, junto al del tabaco, es parte inseparable de nuestra
cultura desde los tiempos de antaño. La cara comercial de Cuba en el mundo es
la del Ron y el Tabaco, entre otras delicias de nuestro país.” Aseguró Juan
Orlando Gómez, en los alrededores de la heladería Coppelia.
Entre
tanto Ricardo Martínez Heredia, estudiante de politécnico, tarareando la letra de una canción del grupo
Orishas: “A lo cubano, botella e’ ron, tabaco habano….” refiere que el consumo de bebidas alcohólicas
no es nada nuevo en nuestro país, pues estamos “condicionados” a beber.
“Desde
que era pequeño recuerdo que mi padre me decía que debía aprender a tomar;
según él para que no me quitaran la novia en las fiestas y fuera un macho de
verdad”.
Sobre
este mismo tema la Doctora Carmen Beatriz Borrego Calzadilla, especialista en
psiquiatría alerta que el consumo de bebidas alcohólicas tiene mayor incidencia
en la actualidad entre jóvenes, adolescentes y adultos, destacando que hay una
tendencia a desplazarse a momentos tan cercanos a la niñez como son los diez
años.
“En los
adolescentes el consumo de alcohol se asocia, muchas veces, con la
autodeterminación, la diversión, el ocio y la modernidad y constituye un
elemento que da estatus en su grupo de pertenencia, lo que hace más difícil su
eliminación a pesar de las consecuencias negativas derivadas del consumo
excesivo”.
A
diferencia del café y el tabaco, el alcohol modifica la personalidad de quien
lo consume en exceso y afecta de forma importante su conciencia.
Otros
en tanto aseguran que solo consumen algún tipo de bebidas cuando celebran
alguna festividad. Y es que en la actualidad pareciera que en toda
conversación, reunión o fiesta entre amigos, la presencia de tan “agradable
visitante” resulta imprescindible.
Sobre
este aspecto la propia doctora señaló que no todas las personas que consumen
bebidas alcohólicas son enfermas: por ejemplo, el bebedor social, que lo hace
en forma tal que no satisface criterios tóxicos ni deterministas pues el
alcohol no le provoca efectos biosociales.
Entre
tanto el doctor Ricardo González Menéndez, profesor titular de la facultad de
Ciencias Médicas de La Habana agregó que
el bebedor social puede beber
pero no tiene la idea de consumo permanentemente en su mente; cuando lo hace, lo
realiza de manera esporádica y acompañado de alimentos. Además este
excepcionalmente se pasa de tragos, ya que rechaza la embriaguez.
También
comentó que luego viene el que comienza a embriagarse con el consumo, y
aunque no llega al consumo diario, cuando
llegan los fines de semana incrementa la
dosis, reconocido como consumo en bingo cuyo premio es la enfermedad del
alcoholismo. Este bebedor se convierte poco a poco en alguien egoísta,
indiferente, su presencia personal decae y es rechazado hasta por sus propios
amigos.
ALCOHOLISMO
O CURDA (A LO CUBANO)
Elemento
importante que lo distingue del término alcoholismo que define a la enfermedad caracterizada por la ingestión
excesiva y frecuente de bebidas alcohólicas cuyo consumo puede originar los fenómenos
de tolerancia y dependencia que ocasionan en el individuo daños biológicos,
psicológicos y sociales, según clasificaciones de la Organización Mundial de la
Salud (OMS).
“Imagínate
tú, si hacemos una fiesta y no hay una cervecita o un roncito pa‘ relajar el
ambiente… en los quince de mi hija no podía faltar «el combustible»”
argumentaba Suset Fraga.
“Combustible”
que recibe múltiples denominaciones en el argot popular y que muchas veces se
refiere a la dudosa procedencia de la bebida.
Nombres
como mofuco, warfarina, chispa e´ tren, champán de hamaca, espérame en el suelo
o bájate el blúmer son algunos de los
códigos manejados por los más duchos en la materia, líquidos no aptos para el
consumo humano y que ponen en riesgo la integridad de las personas.
“Hay
otro elemento que resulta importante, y es qué bebemos… ya que en ocasiones
bebemos sustancias las cuales pueden estar contaminada por ejemplo con alcohol
metílico y ser verdaderamente letal o provocar grandes causas de discapacidad
en el individuo.”
Al
respecto el doctor González Menéndez recordó que es importante destacar que
nadie comienza bebiendo debajo de un puente, ni con compañeros que ya tienen un
hábito en el consumo.
“Nadie
empieza a tomar bebidas no registradas o lo que muchos llaman alcohol de
reverbero, alcohol elaborado sin ningún tipo de condiciones higiénico
sanitaria, ni con precauciones químicas para evitar elementos tóxicos ajenos o
sumados a la propia bebida.”
Casos
como los vividos recientemente en el Consejo Popular Balcón-Arimao en el cual
perdieron la vida 11 personas muestran los prejuicios de consumir bebidas de
origen desconocido, que unido a la negligencia y las ansias de lucros de
algunos individuos ocasionan pérdidas
tan sensibles.
Según
investigaciones publicadas en la Revista Cubana de Medicina General Integral,
determinadas condiciones en las últimas décadas, como el mayor contacto con
otras culturas, el desarrollo económico, la propaganda “ingenua” de algunos
medios de difusión, los cambios en el estilo de vida y el uso del tiempo libre,
entre otros múltiples factores, han facilitado en cierto grado la presencia de
patrones de consumo de bebidas no recomendables que llevaron al alcohol a
desempeñar una función fundamental en diversas celebraciones y la aparición de
hábitos y actitudes cada vez más permisivas hacia las bebidas alcohólicas.
OPINIONES
DIVERSAS
Entre
tanto los foristas de Cubadebate reconocieron otros elementos que contribuyeron
a tan lamentable acontecimiento.
“Las
causas sociales son las propias de un país que aun con revolución no ha podido
erradicar la marginalidad de algunas de sus ciudades, por lo arraigado de
hábitos y costumbre de más de 300 años de esclavismo y capitalismo. Como
expresara el Presidente tenemos instrucción pero no educación. El estado
comercializa bebidas alcohólicas a diferentes precios, la más barata a 20
pesos, aquí está la responsabilidad individual por encima de todo, de los
bebedores y los que lucran con los bienes del estado a toda costa”, dijo César.
Así
mismo otro usuario identificado como PL@TANOBURRO dijo:
“Hay
que trabajar más para que nuestra sociedad tenga más igualdad -no
igualitarismo- en este muy lamentable suceso, por lo que leo y observo, veo la
cara fea de la marginalidad, la falta de oportunidad, la pobreza material y
espiritual, y hasta un poco de racismo, que llevan al ser humano a depender del
alcohol y otras sustancias con la finalidad de enajenarse… muy triste”.
Y es que
la costumbre de ingerir alcohol en lugares públicos sin festividad popular
(parques, aceras, ómnibus), la aceptación del tóxico entre adolescentes y
jóvenes para cualquier actividad recreativa, la avidez por el consumo en
algunos lugares de expendio que a su vez han ampliado su número y horarios de
venta, y el empleo de alcohol en actividades de estímulo y gratificación por
éxitos laborales se convierten a menudo en la excusa perfecta para “bajar la
botella”.
Sobre
este mismo tópico nos relató Juan Carlos Arteaga quien confiesa que su vecino
amanece cada día con una botella de ron en la mano.
“Realmente
me da pena que Jacinto esté desde muy temprano con la botellita o con el
planchao en las manos. Antes era un hombre trabajador pero ahora se le ve
vagueando todo el día sin nada útil que aportar a la sociedad”.
Al
respecto la especialista en psiquiatría Beatriz Borrero hace un llamado a la
comunidad sobre la responsabilidad que hoy tenemos sobre nuestras conductas.
“Lamentablemente
vemos personas cometiendo indisciplinas sociales, personas en estado de
embriaguez y en vez de mostrarle nuestro apoyo y decirle «vamos a ayudarte», lo
que hacemos es que le regalamos dinero, lo tratamos como si no fuera un ser
humano o no fuese un enfermo, estimulándole a que continúe bebiendo”.
LA
DESMORALIZACIÓN COMO EFECTO
La
población entrevistada para este reportaje considera que lo más lamentable del
caso es que muchas de estas personas pueden asumir actitudes desmoralizadoras
que afectan al resto de la sociedad, pues incurren en indisciplinas pocas veces
corregidas.
Según
la resolución 58.26 de la OMS el daño social que produce el consumo de bebidas
alcohólicas en personas que no son bebedores sociales ni son enfermos
alcohólicos, es mayor que el daño que producen los enfermos alcohólicos en su
comportamiento; ya que el enfermo
alcohólico normalmente se va enclaustrando, se va limitando en su influencia
social; sin embargo, por cada enfermo alcohólico hay diez personas que beben y
de esos solo uno es un bebedor social, los nueve restantes son bebedores de
riesgo. He ahí el problema, el concepto de
bebedor de riesgo se vincula estrechamente con el concepto de embriaguez.
El
consumo excesivo de alcohol es una de las causas más frecuentes de
transgresiones sociales como violaciones y riñas, práctica de sexo sin medios
de protección, abandono familiar y laboral.
Se
vincula mundialmente con el 50 % de las muertes ocurridas en accidentes de
tránsito y el 30 % de los homicidios y arrestos policiales. Así mismo se estima
que reduce de 10 a 15 años la expectativa de vida y determina el 30 % de las
admisiones psiquiátricas y el 8 % de los ingresos por psicosis.
“Tú los
ves por la calle mal vestidos, con su aliento etílico, claro que no me acerco a
esa gente”. Dijo con un gesto de burla Ana Karla Sequeira.
Por su
parte Jessica Meriño refirió sobre las malas conductas que asumen algunos de
estos individuos en algunos lugares públicos lo que contravine las más
elementales normas de convivencia.
“A
veces te montas en una guagua y te encuentras con un «personaje» de esos, y lo mejor es dejarlo tranquilo ya que
si le dices algo, forman un escándalo tremendo y son capaces de formar una
bronca.”
Según
datos ofrecidos en la revista cubana de salud pública los indicadores actuales
globales de alcoholismo en Cuba, al sumar la prevalencia del abuso y
dependencia de alcohol, rondan el 5 % en la población mayor de 15 años.
Aunque
esta cifra resulta relativamente moderada en el contexto latinoamericano, los
estimados nacionales en relación con el uso indebido de alcohol en personas sin
dependencia, se acercan al 10 % de los integrantes de dicho grupo de edad y
tanto ellos como los pacientes constituyen poblaciones de alto riesgo
cardiovascular y oncológico.
En la
actualidad Cuba cuenta con una amplia red para la atención para el paciente
alcohólico, constituida por cuatro niveles fundamentales que son el primario,
garantizado por el médico de familia, el personal de los Centros Comunitarios
de Salud Mental y los especialistas en Salud Mental Comunitaria municipales.
El
secundario, que incluye la hospitalización parcial (hospitales de día o de
noche) y los servicios psiquiátricos en hospitales generales.
El
terciario, representado por los dispensarios y servicios hospitalarios
especializados en alcoholismo y otras adicciones y el de Urgencias, a
cumplimentarse en Policlínicos de urgencia, Unidades de Intervención en crisis
y Unidades de Cuidados Intensivos.
No
obstante la clave del éxito radica en la prevención.
Según
el médico de la familia Alejandro Fradragas Fernández el hecho no está en tener
o implementar una ley seca, la solución radica en ganar en conciencia del
peligro eminente que constituye para el individuo, para la familia y para la
comunidad el beber en exceso.
Al
final las personas que logran rehabilitarse son mejores seres humanos pues los
cubanos que nos caracterizamos por ser alegres, unidos y combativos también
debemos enfrentar hoy aquellas sustancias que puedan estar provocando un daño
al individuo, a la familia y a la sociedad.
(…)
luego de 40 años sin beber, Antonio recuerda cada palabra de su hija aquella
mañana. Y tras recuperar plenamente su vida y su pequeña familia, desea que no
existan más niñas que duerman con temor con los zapaticos puestos.